DESCUBRE QUÉ TE HACE FALTA

Sin darnos cuenta, nuestro cuerpo está constantemente ajustándose. Cada segundo, regula su funcionamiento mediante procesos que lo estimulan o lo frenan según lo que necesite en ese momento.

  • Si salimos a correr, el corazón acelera su ritmo. Si meditamos, los latidos se hacen más lentos.

  • Al comer, el cuerpo pone en marcha la producción de ácidos para digerir. Si no comemos, esa producción se reduce.

  • Cuando un virus o bacteria entra en nuestro sistema, el cuerpo fabrica células defensivas. Y cuando ya no hay amenaza, detiene esa producción.

Estos son solo algunos ejemplos sencillos, pero reflejan un proceso que ocurre todo el tiempo: cada día, cada hora, durante toda nuestra vida. Esta regulación es vital para crecer, sanar, adaptarnos al entorno… en resumen, para vivir.

Para que todo esto funcione correctamente, nuestro cuerpo necesita estar en óptimas condiciones:

  • Detectar lo que cambia a nuestro alrededor.

  • Adaptar el órgano o sistema que lo requiere.

  • Enviar las señales adecuadas.

  • Producir las sustancias necesarias en cada momento.

Y nada de esto sería posible sin una buena conexión interna. Esa conexión es el sistema nervioso: una red que enlaza cada célula, que percibe lo que ocurre, informa, coordina y regula. Es el sistema que hace que todo funcione como debe.

Lamentablemente, solemos darle importancia solo cuando algo falla. Y cuando eso pasa, lo notamos mucho.

Entonces… ¿por qué no empezar a cuidarlo ahora que sabemos lo crucial que es?

Ese es el propósito de la quiropráctica: cuidar el sistema que se encarga de cuidarnos a nosotros.

¿Acaso sabes cuánta acidez necesita tu estómago para hacer la digestión? ¿O qué velocidad exacta debe llevar tu corazón? ¿Sabes cómo se fabrica una célula inmunitaria?

No necesitas saberlo. Tu cuerpo sí lo sabe. Tiene una sabiduría interna que lo guía. Nuestro trabajo es simple: dejarlo trabajar sin interferencias