Construyendo buenos hábitos
Quiero compartir contigo algunas ideas sacadas de un libro que me ha parecido muy útil: «Hábitos Atómicos». Si sientes que hay algo que te gustaría mejorar en tu día a día, este libro puede ser un buen punto de partida. Y si no tienes tiempo de leértelo entero, aquí tienes un resumen con lo más importante.
Hazlo visible
El primer paso para crear un nuevo hábito es ser consciente de lo que ya estás haciendo. ¿Qué rutinas tienes? ¿Cuáles te ayudan y cuáles no tanto? Escribe todo eso en un papel. Verlo claro te da perspectiva.
Después, define bien qué hábito nuevo quieres incorporar, a qué hora y en qué lugar lo vas a hacer. Y como es fácil olvidarlo, rodéate de recordatorios: una alarma, una nota, o incluso un objeto en un sitio estratégico. Por ejemplo: si quieres comer más fruta, deja una pieza visible en la cocina. Si quieres beber más agua, lleva siempre tu botella contigo.
Esto se llama modificar el entorno: preparar tu espacio para que te lo ponga fácil.
Hazlo atractivo
Si algo te da pereza, intenta unirlo a una actividad que te guste. Por ejemplo, tómate un café justo antes de empezar una tarea difícil o pon tu serie favorita después de hacer ejercicio. Asociar el hábito nuevo con algo placentero lo convierte en algo que esperas con ganas.
También funciona rodearte de personas que ya tienen ese hábito integrado. Si te cuesta hacer ejercicio, únete a un grupo. Cuando lo haces acompañado, todo resulta más fácil.
Hazlo fácil
Tendemos a pensar que o lo hacemos todo perfecto, o mejor no hacerlo. Pero no es así. Lo pequeño también suma.
¿Puedes reducir ese nuevo hábito a solo dos minutos?
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Leer dos minutos
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Estirarte dos minutos
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Caminar dos minutos
A veces, solo necesitas empezar. Una vez en marcha, probablemente sigas un poco más. Y si no, ¡también está bien! Lo importante es generar el movimiento.
Ten siempre a mano lo que necesitas: un libro cerca del sofá, unas bandas elásticas al lado del escritorio… Cuanto menos esfuerzo mental implique, más fácil será repetirlo.
Celébralo
Reconocer lo que estás consiguiendo refuerza el hábito. ¿Puedes darte un pequeño premio? ¿Puedes apuntar tus progresos?
Llevar un registro visual —como una lista o calendario— puede motivarte a no romper la cadena. A veces, ver cuánto llevas conseguido es suficiente para seguir adelante.
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